Todo empezó cuando una amiga me contó que estaba en un proceso de terapia con un psicólogo porque solía estar muy nerviosa. En ese momento todavía no sabía lo que vendría, pero despertó en mi la curiosidad por conocer las entrañas del comportamiento humano. Y, quién lo diría, me metí de lleno en este mundo: leí un montón de libros hasta que pude entrar en la carrera. Para cuando empecé a estudiar de forma oficial, ya sabía que mi pasión sería la psicología clínica. Cuatro años después, en cuarto curso de carrera, encontré mi pasión ayudando a las personas adultas. Y todo esto me lleva hasta donde estoy ahora, ¡disfrutando de lo mejor de los dos mundos!